Proyectos de "Misión" Juventud Carmelita Ecuatoriana

Con la finalidad de realizar proyectos de solidaridad, acogida y fraternidad con comunidades que lo necesiten, los jovenes que conformamos el JUCAE, queremos compartir con ustedes estas iniciativas y proponerles se nos una como colaboradores.

viernes, 31 de agosto de 2012

Taita Leonidas Proaño: Discipulo del pueblo


Patricio Del Salto Galán
Tomado de: [click]
31 de agosto de 1988 - 2012



INTRODUCION
Al cumplirse el XIII aniversario del retorno de Leonidas Proaño, al Inti Yaya, al corazón de la Allpa Mama y al reencuentro con nuestros Mayores; es urgente volver nuestras conciencias a las huellas que dejaron sus pies libres, serenos y fecundos; caminando como hermano, compañero, amigo, discípulo y maestro del pueblo. Es importante recordar su fe en los pequeños y excluídos por el sistema capitalista que hoy se presenta con un nuevo rostro neoliberal globalizante, más tecnificado y fantasioso, que extiende sus garras con nuevas estrategias supuestamente solidarias para atraer a sus presas hacia la total servidumbre, a cambio de brindarles migajas de su poder corrupto y corruptible.

SUS PRIMEROS MAESTROS
Un fruto no se cosecha de la noche a la mañana. De la misma manera, una persona como Leonidas Proaño Villalba, que se constituyó en un árbol imperturbable, enraizado en sus principios y siempre fiel a ellos, no aparece de la noche a la mañana. El es fruto de un cultivo asiduo desde que fue una pequeña semilla. Fue sembrado en el terreno fértil de su familia, alimentado y regado con un profundo ejemplo y consecuencia. Es allí, en el seno de su familia pobre, en donde aprende los principios fundamentales, que se constituirán en la sabia que nutrirá sus tiernas raíces, que un día serán fecundas. Recordemos sus palabras:

“Soy hijo de familia pobre…
Teníamos que trabajar, por lo mismo que éramos pobres…
Tanto mi padre como mi madre dedicaban largas horas del día a tejer sombreros de paja…
…Recuerdo que llegué a cumplir esta tarea satisfactoriamente y que me sentía orgulloso de ver mis manos ampolladas, sangrantes y luego encallecidas.
…, durante unos pocos años, mi padre arrendó unas cinco hectáreas de tierras. Entonces también aprendí a sembrar, a desyerbar y a cosechar” (Mons. Proaño, s/a , pp. 21-24).

Sus padres inculcaron en él el amor al pobre, al trabajo, a la verdad, a la honestidad, a la valentía, a la libertad,…:
“Tanto mi padre como mi madre tenían un grande aprecio a los indígenas. Parecía que encontraran un gozo especial en conversar con ellos y en servirles…
Ese amor y respeto a los pobres, particularmente a los indígenas, llegó a formar parte de mi propia existencia. Por esto, he dicho más tarde que no he querido nunca ser traidor a los pobres, pues nací en un hogar pobre y aprendí en ese mismo hogar a amar a los pobres…
…, ahora digo que también la amistad de los pobres es un don y que también este don viene acompañado de un mensaje” (ibid. p. 71).

“De lo ajeno, ni una aguja”. Esta es una frase que se repetía mucho en el seno de mi pequeña familia y que tenía que ver, particularmente, en nuestras relaciones con los demás pobres.
De igual manera no debía decir mentiras por nada de este mundo, aunque por decir la verdad pudiera sobrevenir dificultades y castigos…
La honradez, en relación con la verdad, sembró en mi ánimo una especie de culto por la verdad…” (ibid. pp. 26-27).

“Así, el respeto a los bienes ajenos y al derecho que tiene toda persona a la verdad imprimieron en mí uno de los rasgos característicos de mi personalidad, para toda la vida…
Se trata de buscar la verdad, para que brille, por encima de todo y de todos. Debemos decir la verdad. Debemos hacer la verdad. La verdad se dice con la palabra. La verdad se hace con la actitud. Nada de dobleces ni engaños, porque si aspiramos a ser libres debemos ser esclavos de la verdad…” (ibid. p. 232).

“Lo que más agradezco a mis padres es su permanente educación en la libertad y para la libertad.

Todos sabemos que el culto a la verdad engendra la libertad, al menos en teoría. Desde el punto de vista existencial, puedo decir que, cuando se actúa con honradez, con verdad, se experimenta la libertad interior que nada ni nadie puede arrebatarnos…(ibid. pp. 27-29).

“Del mismo modo como la honradez en relación con los bienes ajenos, nos hace libres de toda traba interior para actuar con sencillez, con claridad, con amor, también nos comunica esa tranquilidad de ánimo la actitud que se llama valentía.

La actitud verdadera, esto es, la actitud de permanente búsqueda de la verdad y de sumisión a la verdad, una vez que creemos haberla encontrado, nos comunica una seguridad, una fuerza, una capacidad de aceptación de desafíos y de riesgos que jamás puede proporcionar el miedo…
Dentro de este espíritu de valentía, debo colocar las reflexiones que me hacía mi padre…, me decía: “Al soldado no se lo conoce en el interior del cuartel. Al soldado se lo conoce en el campo de batalla. De igual manera, al cristiano verdadero no se le forma en el interior de un seminario, resguardándole con gruesos muros y con un reglamento que le sirva de barrera. Al verdadero cristiano se le reconoce en medio de los peligros: debe saber luchar contra los peligros de su propio ambiente con firmeza de carácter” (ibid. pp. 29-32).

SUS MAESTROS LOS POBRES
Siguiendo el ejemplo de su Maestro Jesús el Cristo, que se encarnó en el pueblo Hebreo y que categóricamente afirmó: “Yo te bendigo Padre, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos de este mundo y las has revelado a los pequeñitos”; Leonidas Proaño se encarnó entre los pobres, particularmente entre los indígenas, allí descubrió que mantienen grandes tesoros culturales, los mismos que los asume como valores llamados a redimir nuestra sociedad ecuatoriana y a la humanidad. Los indígenas le ayudan a reencontrarse con las raíces de su identidad cultural, por esto afirma:

“Tenemos que reconocer, no con vergüenza, reconocer con valor, con aprecio, yo me atrevería a decir, con orgullo, que tenemos sangre indígena, y que, juntamente con ella, hemos recibido de los indígenas, admitámoslo o no, valores culturales indígenas…”(Mons. Proaño, 1990, p. 20).

Aprende de ellos a concebir a la tierra como Madre, a valorar su vida comunitaria, su concepción del trabajo, del tiempo, del dinero, de la política comunitaria, de la solidaridad, su percepción de un Dios en la naturaleza, su potencialidad de lucha resistente y redentora… Considerando todo esto hace la siguiente recomendación:

“Pienso, no sé si estoy soñador, que estos valores que identifican al pueblo indígena en el Ecuador, están llamados a redimir a nuestro país con el aporte y con el apoyo del pueblo no indígena a condición de que este se redescubra a sí mismo, de que perfeccione su autoconocimiento o su conciencia, su propia identidad, de que no se venda por dinero, por los dólares, que no se venda a culturas que nos siguen pisoteando, que siguen explotándonos y que siguen por lo mismo anulándonos como pueblo, como pueblo con una identidad propia” (Mons. Proaño, 1989, p. 32).

Después de más de treinta años de trabajar entre y para los pobres, afirma con la humildad de los grandes:

“…cuanto he vivido y he aprendido no ha sido extraído de las aulas universitarias de mi país o de algún otro país del mundo, sino de la cantera del pueblo, porque mi Universidad ha sido el pueblo y mis mejores maestros han sido los pobres en general y particularmente los indígenas del Ecuador y de América Latina, considerados en Puebla como “los más pobres entre los pobres” (ibid. pp. 5-6).

“Estoy convencido de que los indígenas conservan valores extraordinarios. Si se logra tomar conciencia de ellos, expresarlos en la vida práctica y organizada, esos valores están llamados a redimir a una sociedad que se vuelve cada día más individualista y más conflictiva. Pienso que, inclusive, un esfuerzo de este tipo puede contribuir a la redención del mundo occidentalizado y capitalista” (Mons. Proaño, s/a, p. 229).

CONSAGRACION
Son a estos principios a los que se consagró Leonidas Proaño. A los principios que recibió de sus padres; a los principios que aprendió en el evangelio liberador de Jesús encarnado entre los pobres; a los principios de sabiduría presente en los empobrecidos y de una manera particular a la sabiduría ancestral presente en el corazón de los pueblos indígenas. Principios que hoy en día tanta falta hacen y a los que debemos consagrarnos todos los seres humanos que tenemos la firme esperanza en la construcción de una SOCIEDAD NUEVA.

Estos principios son los que hoy pretende deborar el sistema neoliberal, para el cual los únicos valores son los que generan las ganancias producidas por las leyes omnímodas del mercado. Sistema anticrístico de muerte que produce una suculenta felicidad solo para unos pocos. A este sistema capitalista, Leonidas Proaño consibe de esta manera:
“El capitalismo es frío, como es frío todo lo que es metálico. No le importan los hombres ni los pueblos. Le importan las ganancias. Y solamente le importan los hombres y los pueblos en la medida en que éstos le proporcionan ganancias. Para poder devorar ganancias, devoran hombres y pueblos. Es frío, no tiene corazón” (Mons. Proaño, 1990, p. 118).

“Nuestro país, como tantos otros países de América Latina, ha caído, desde mucho tiempo atrás, en las garras de este monstruo. Dependemos de él de múltiples maneras. Somos su juguete. Nos hace pensar como él piensa. Nos hace actuar como él quiere…
En el juego toma parte importante el FONDO MONETARIO INTERNACIONAL. Ha venido a dar repetidamente consejos. Dentro de la situación de dependencia, estos consejos equivalen a PRESIONES…

Pero el monstruo del capitalismo no habita sólo en el extranjero, en los países llamados desarrollados, en Estados Unidos y Europa: habita también dentro de los países latinoamericanos, dentro de nuestro propio país. Esa raíz gruesa y profunda tiene ramificaciones. Ese monstruo tiene tentáculos aquí, dentro de nosotros” ( Mons. Proaño,1983, pp. 8-10).

Todas sus energías las consagró a la construcción de una sociedad alternativa a este sistema capitalista, y para ello trabajó por la construcción del hombre nuevo con los más nobles ideales y la destrucción del hombre viejo con sus intereses mezquinos.

CONCIENTIZACION, EVANGELIZACION Y POLITICA
Para la consecución de estos objetivos puso en práctica el proceso de CONCIENTIZACION, que no es otra cosa, que el caminar con el pueblo con una pedagogía que respeta al pueblo, que cree en la capacidad de análisis del pueblo y que por lo mismo es el sujeto del descubrimiento de la realidad con sus diversos matices. Su magistral apoyo consistió en ser un MAESTRO DE LA PREGUNTA ADECUADA, DE LA SISTEMATIZACION RESPETUOSA, Y DE LA PALABRA PRECISA, VALIENTE Y OPORTUNA.

Desarrolló una auténtica EVANGELIZACIÓN LIBERADORA, que posibilita el descubrimiento de los deberes y derechos que tenemos como hijos de Dios. Que nos ayuda a tomar conciencia de las palabras de Jesús: “He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”. Palabras que anuncian vida abundante para todos y no solo para unos pocos. Es importante recordar sus propias palabras:

“Dentro de este panorama desolador, he sido testigo, durante más de treinta años, del poder liberador del Evangelio, vale decir, de la continuidad de realización de los signos con que Cristo acompañaba la proclamación de la Buena Nueva a los pobres. Efectivamente, quienes estuvieron ciegos ahora ven, quienes habían perdido la palabra, por causa de la opresión, y estaban mudos, ahora hablan; quienes se sentían tullidos y paralíticos, porque habían sido maltratados durante siglos, ahora caminan y se organizan como pueblo” (Mons. Proaño, 1989, p. 7).

Propuso un COMPROMISO POLITICO auténtico, que conduzca a una unidad efectiva y posibilite el cambio de esta realidad de injusticia, de esta democracia de mentira, de esta sociedad huérfana de solidaridad:

“Sentémonos a reflexionar, a ver con claridad y luego preocupémonos de conquistar una autodisciplina, una fuerza de carácter para poder dar todo nuestro apoyo para poder comprometernos con las grandes causas, no por algo pasajero, sino por la edificación de la sociedad nueva” (Mons. Proaño, 1990, p. 123).

“Lo que llamamos pueblo quizá es ahora en buena parte masa, multitud. Tenemos que contribuir nosotros para que el pueblo sea realmente pueblo, para que su conciencia sea cada vez más clara y más crítica, para que su solidaridad sea cada vez más fuerte, para que su compromiso sea cada vez más decidido…” (Mons. Proaño, 1983, p. 8).

“Por esto, sueño en la posibilidad de una sociedad nueva. Por esto veo la necesidad de crear conciencia también en las organizaciones populares urbanas de la necesidad de una práctica económica, educativa y política que sea convergente con el caminar del movimiento indígena, de modo que no se produzcan competencias y conflictos, sino más bien colaboraciones complementarias” (Mons. Proaño, s/a, p. 229).

SALVACION
“…Siempre estamos esperando que la salvación nos venga de otra parte. Hay que dar una vuelta total. La salvación, hablando en términos políticos, tiene que venir del pueblo, pero mediante una praxis” (Mons. Proaño, 1983, p. 10).

Estas frases en primer lugar nos interpelan. En segundo lugar nos alertan para no poner nuestra esperanza en falsos redentores; y, en tercer lugar nos llevan a preguntarnos: ¿Estamos realizando un proceso de transformación de esta sociedad confiando en la reflexión del pueblo? ¿En estos últimos años, nuestra fe ha estado en el pueblo? ¿Cúanto hemos dialogado con el pueblo? ¿Qué sentido tienen las “tomas de poder” si al final no cambia nada a favor del pueblo? ¿Qué poder es el que queremos tomar o construir y desde dónde lo estamos haciendo? ¿El trabajo respetuoso que realizó Proaño en el pueblo puede ser una luz para este tiempo? …

Estas y otras preguntas surgen al recordar la vida de nuestro hermano y compañero. Muchos dirán que ese camino de reflexión con el pueblo es un camino muy largo y tedioso, los que hemos tenido la oportunidad de aprender en el pueblo decimos que a la larga ES EL CAMINO MAS CERTERO. Es evidente que este trabajo requiere de un gran esfuerzo conjunto, leamos lo que nos dice a continuación:

“…Estamos llamados de todos los lados a aportar lo que somos, lo que podemos, lo que hacemos. Ha quitarnos de la cabeza todo sectarismo entre nosotros mismos, todo aire de superioridad y de manipulación…La visión de Fe nos hace pensar que tenemos que buscar la unificación del pueblo y la práctica de un pluralismo comprensivo, amplio, tomando en cuenta las diversas capacidades…Todos debemos caminar en un mismo sentido.

…tenemos que tomar en cuenta a todas las clases populares, con todas sus diferencias, con todas sus capacidades, y de que tenemos que tomar en cuenta todas sus necesidades. Una tarea difícil pero necesaria…”(ibid. p.9).

CONCLUSION
Necesitamos tomar conciencia de que el futuro de nuestra sociedad dependerá, en gran medida, de las semillas que seamos capaces de sembrar, con nuestro ejemplo, en el seno de nuestras familias e instituciones educativas alternativas. Semillas-principios que deberían tener los nutrientes de nuestra filosofía ancestral y los aportes de mujeres y hombres que han luchado por una sociedad digna para todos; desde esta perspectiva, es evidente que Jesús el Cristo también es una gran vertiente de luz.

Debemos retomar nuestra fe en el pueblo, en su capacidad de reflexión-acción, para desde allí continuar levantando un proyecto de sociedad alternativa y de esta manera constituir un auténtico liderazgo colectivo.

Si queremos construir, sinceramente, una NUEVA SOCIEDAD, debemos demostrarlo superando nuestros intereses mezquinos, nuestras vanidades personales y muchas veces sectarias, ya que estas actitudes son los más grandes impedimentos para alcanzar una verdadera unidad, sin la cual habremos perdido el tiempo y frustrado la esperanza del pueblo.

Bibliografía
PROAÑO VILLALBA, Leonidas E.: Creo en el hombre y en la comunidad. 2da. Edición. Edit. Gallocapitán. Otavalo-Ecuador s/a. pp 251.
MONS. PROAÑO, Leonidas: La tierra es vida, En Palabra viva 4. Edición CECCA, CEDECO, FEPP, Fundación Pueblo Indio del Ecuador. Quito-Ecuador 1990. Pp 32.
MONS. PROAÑO, Leonidas: La tierra es vida, En Palabra viva 1. Edición CECCA, CEDECO, FEPP, Fudación Pueblo Indio del Ecuador. Quito-Ecuador 1989. pp 35.
MONS. PROAÑO, Leonidas: El profeta del pueblo,Selección de sus textos. Co-edición CIUDAD-CEDEP-FUNDACION PUEBLO INDIO DEL ECUADOR-FEPP. Ecuador, Estuardo Gallegos E.,1990. pp 410.
PROAÑO, Leonidas E.: Fe y política, Exposición realizada en el Instituto Pastoral de Riobamba, sobre Realidad Nacional Coyuntural, durante los días 17 al 20 de Octubre de 1983 en Santa Cruz.
MONS. PROAÑO, Leonidas E.: Crisis del capitalismo, Edición Instituto de Pastoral y ERPE. Riobamba-Ecuador 1983. pp 19.

lunes, 27 de agosto de 2012

Congreso Latinoamericano sobre los 50 años del Vaticano II

Margot Bremer rscj
Alemana, radicada en Paraguay. Biblista y acompaña la pastoral indígena
Adital

Al celebrar un Congreso en América Latina 50 años después del Concilio Vaticano II, quiere decir que no queremos olvidarlo. Tiene mucho sentido para nosotros en América Latina esta celebración ya que aquel Concilio dio un cambio radical en la visión de la Iglesia y en su misión en el mundo. Aquella nueva auto-comprensión había dado un nuevo aliento revitalizador y creativo a la Iglesia latinoamericana y le había inspirado hacer una relectura desde su propia realidad que se plasmó en los documentos de Medellín.

La Iglesia, al presentarse en los documentos del Concilio en diversos conceptos y símbolos, nos había ayudado a comprender mejor el inabarcable misterio que no cabe en un solo concepto ni en una sola imagen. Durante las dictaduras en este Continente, la imagen bíblica de Pueblo de Dios que presenta LG cap. II, había convocado a muchos católicos encontrarse en Comunidades Eclesiales de Base (CEBs), articuladas entre sí como Pueblo organizado, siguiendo el modelo de la Iglesia primitiva en el NT y buscando la comunión con los sucesores de los apóstoles, los que habían recibido el ministerio de la comunidad (LG III,20). Tuve la suerte de acompañarlas, junto con algunos seminaristas, mis alumnos, cuando daba clases en el Seminario de Quilmes/ Argentina. Las CEBs mismas interpretaron comunitariamente su realidad de pobres a la luz de la Palabra de Dios y buscaron soluciones según el Evangelio. Renovaron y fortalecieron su fe encarnándola en la realidad de su vida cotidiana. Así comenzaron en sus reuniones bíblicas las primeras reflexiones teológicas expresadas en su religiosidad popular. Algunos teólogos comprometidos que acompañaron este proceso, sistematizaron aquellas novedosas reflexiones condensándolas en la Teología de la Liberación la que surgió del clamor y de la aflicción del Pueblo de Dios. La gran mayoría de los obispos latinoamericanos de entonces se solidarizaron y se comprometieron con ellos mediante la Opción preferencial por los Pobres.

Hoy, estamos en otra etapa. El Vaticano II nos ayudó a descubrir la unidad en la diversidad gracias a la advertencia de estar atentos/as a los signos de los tiempos (GSp).

Así como el Concilio Vaticano II encontró para la única realidad de la Iglesia múltiples conceptos y símbolos bíblicos, así también la TL está descubriendo hoy que su realidad incluía muchas dimensiones específicas que hoy se están visibilizando: Teología feminista, Teología India, Teología Afro, Teología de la Tierra, Eco-Teología, Teología política, etc.

Yo personalmente estoy acompañando desde hace 20 años a los pueblos originarios en su reflexión teológica desde su cultura y religiosidad, descubriendo en el diálogo intercultural unos inmensos valores de espiritualidad y sabiduría, desconocidos en nuestra sociedad racista y nuestra Iglesia de cultura occidental. Estos valores, algunos ya reconocidos por Aparecida, podrían ser un valioso aporte en la construcción de una Iglesia más latinoamericana. La reflexión teológica de los Indígenas podría contribuir en estos tiempos de cambio de época, a una vuelta a las raíces más auténticamente latinoamericanas, enriqueciendo a la Teología occidental con su valioso aporte simbólico-espiritual.

Por causa del cambio radical del mundo y de la Iglesia que se dio en los últimos 50 años, tengo mucha expectativa de que en este Congreso se haga una relectura para rescatar el espíritu del Vaticano II en que fueron escritos sus documentos e inspirarnos en ellos para nuestro caminar como Iglesia peregrina, pobre y misionera, hacia una nueva época con nuevos horizontes y desafíos.