En estos tiempos
que para muchos son difíciles, se hace más necesario que nunca volver los ojos a
quien puede ser para nosotros referencia, ejemplo y estímulo. Hay muchos hombres
y mujeres que, con sus vidas, demuestran que es posible plantar cara a la tormenta
y luchar por lo que creen justo. Pero quizás, entre todos, una mujer, María,
es para cada uno de nosotros refugio, maestra y guía en el camino. Ella es la mujer
del adviento, la señora de la espera, la que fue capaz de afrontar lo incierto desde
la fe y la confianza profunda.
María, mujer de esperanza. - Con un «Hágase»
«Respondió María:
He aquí la esclava del Señor. Que se cumpla en mí según tu palabra» (Lc 1,38)
Te fiaste. Sin
sucumbir al temor, a las prevenciones, a lo sorprendente. Te fiaste de Dios, aunque hacerlo te
pusiera en situaciones complicadas. Dijiste «sí», poniendo tu vida en sus
manos, sin hacer caso a las habladurías, a las posibles incomprensiones. Y esa
palabra valiente se convierte, también hoy, para mí, en llamada. A tener valentía
a la hora de vivir la fe. A tener coraje para tomar en serio el evangelio. A tener
audacia para buscar formas de hacerlo real en este mundo, hoy, aquí y ahora.
¿Qué «Hágase» es necesario hoy en mi
vida?
María
Niña con el mundo en el alma.
Sutil, discreta, oyente,
capaz de afrontar riesgos.
Chiquilla de la espera,
que afronta la batalla
y vence al miedo.
Señora del Magnifícat,
que canta la grandeza
velada en lo pequeño.
Y ya muy pronto, Madre.
hogar de las primeras enseñanzas,
discípula del hijo hecho Maestro.
Valiente en la tormenta,
con él crucificada
abriéndote al Misterio.
Refugio de los pobres
que muestran, indefensos,
su desconsuelo
cuando duele la vida,
cuando falta el sustento.
Aún hoy sigues hablando,
atravesando el tiempo
mostrándonos la senda
que torna cada «Hágase»
en un nuevo comienzo.
José María R. Olaizola, sj
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