Las riquezas que no queremos soltar los Carmelitas

(MARTES SANTO: MISA DE LOS MINISTERIOS)

Entre las cosas buenas que tiene el internet es que de vez en cuando se encuentra una perla. Hace algún tiempo me encontré un artículo que hace varios años escribía González Faus cuyo título era “Misa sin musa” y me vino a la memoria al compartir (ayer) la Misa de los Ministerio que celebramos en Isamis, este año en los patios de la catedral y sin Pastor. Nos hablaba ahí de esas misas sin musa que los padres no pueden obligar a sus hijos para que no pierdan la fe, o en que una religiosa pedía a Dios que no le hicieran daño. Y recordaba ahí González Faus una misa que había compartido con un Obispo Latinoamericano y al terminar le había comentado que había sido una misa muy viva, a lo cual el obispo había manifestado: “es que el derecho canónico no obliga a cuatro mil metros de altura”.

Pensábamos también nosotros que el derecho canónico no llegaba a los rincones de la selva amazónica ecuatoriana. Que podíamos celebrar la vida como hacían las primeras comunidades cristianas. Pensábamos que la liturgia es hacer presente la vida con sus alegrías y sus sufrimientos, con sus luchas y fracasos, para iluminarla con la Palabra de Dios y encontrar ahí el Proyecto de Jesús: El Reino!

Pero lamentablemente también a este rincón del mundo que es Sucumbíos llegó el derecho canónico. Y llegó de manos de los Heraldos, de manos de Monseñor Arregui, de manos de Monseñor Ottonello, de manos del Cardenal Díaz. Acolitado por los hermanos y hermanas de la Renovación Carismática Católica y sus aliados y aliadas.

Por eso qué alegría poder celebrar hoy la Misa de los Ministerios. Hombres y mujeres, niños y jóvenes, laicos y religiosos, ministerios y dirigentes… expresando a viva voz su fe y su compromiso con esta Iglesia que se resiste a dejarse morir, que mantiene vivo el recuerdo del Maestro y que lucha por mantenerse fiel al modelo que Él nos propuso, el seguimiento de Jesús, tal como nos invitan los Obispos en Aparecida.

La puerta exterior de la Catedral se había vestido de gala. Doña Gloria, Ministerio Instituido para el Ornato y destituida por los Heraldos, se había preocupado de los detalles, como siempre, para que diera mayor realce a la fiesta. La mañana en cambio había amanecido fría, nublada, luego comenzó a llover. Pero poco a poco, con paraguas, con plásticos, con chompas… la plaza de la catedral se fue llenando de gente que llegaba de todos los rincones de Sucumbíos: Santa Bárbara, La Bonita, Chanangué, 7 de julio, Tarapoa…

Y luego la voz de la Animadora iba diciendo: Que se acerquen los ministerios de la Evangelización (animadores, catequistas, infancia misionera, pobres y enfermos, compartir…), y el P. Edgar Pinos preguntaba: “Quieren ustedes seguir animando a sus comunidades, seguir llevando el Evangelio de Jesús, seguir trabajando por construir la Iglesia y el Reino?” Yuna respuesta clara, confiada y rotunda: “Sí queremos”.

“Que se acerquen los ministerios de lo social (Servicios de pastoral social, Derechos Humanos, Comunicación, promotores de salud, dirigentes y miembros de las organizaciones populares…). “Se comprometen a sembrar en la sociedad, en la vida de nuestro pueblo, en las organizaciones el Proyecto de Jesús y los valores del Evangelio” y nuevamente una respuesta fuerte y confiada: “Sí, nos comprometemos”.

“Que se acerque los niños y las niñas, monaguillos y monaguillas, hijos e hijas de los ministerios y de los dirigentes de las organizaciones”. “Quieren iniciar el camino del seguimiento de Jesús, como han aprendido de sus padres y sus mayores”. Y la respuesta segura de los niños y las niñas: “Sí queremos”.

“Que se acerquen los jóvenes vocacionados y los seminaristas”. “Jóvenes, señoritas… quieren ustedes seguir la llamada del Señor para comprometerse en el servicio a la comunidad y a la sociedad?” “Sí queremos”.

“Que se acerquen los miembros y familias de las Comunidades para la Iglesia y el Mundo, que se acerquen las COIM”. “Se comprometen a seguir trabajando por vivir ese modelo de Iglesia Comunidad, desde su familia y desde la Comunidad”. Sí, nos comprometemos”.

“Que se acerquen los miembros del Equipo ad gentes, del equipo itinerante, de los misioneros y misioneras que han venido a solidarizarse con nuestra Iglesia y a celebrar con nuestra Iglesia la Pascua de Jesús”. “Se comprometen a vivir siempre y en todas partes esos valores de la solidaridad, la fraternidad, y el compromiso misionero?” Sí nos comprometemos”.

“Que se acerquen los religiosos y religiosas, la vida consagrada de nuestra Iglesia” (Padres Carmelitas, Hermanas Franciscanas, Hermanas Anas, Hermanas Lauritas, Hermanas de la Providencia, Hermanas Carmelitas del Sagrado Corazón, Hermanas Marianitas, Hermanos Maristas, Misioneros de la Consolata, Misioneros Monfortianos, Compañía de Santa Teresa), “Se comprometen a vivir en radicalidad el seguimiento de Jesús, a comprometerse con los más pobres de nuestra sociedad y construir con ellos ese otro mundo posible que Jesús y la Iglesia nos piden”? Sí nos comprometemos.

“Que se acerquen los presbíteros, los sacerdotes de nuestra Iglesia”. “Quieren seguir el mandato de Jesús que nos dice “Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos”, Quieren seguir animando esa Iglesia misionera, Iglesia Comunidad, desde los más pobres por la construcción del Reino? Y como siempre la voz alegre y confiada: SI QUEREMOS.

Esta es la Iglesia que queremos, porque estamos convencidos que esta es la Iglesia de Jesús. Esta es la Iglesia donde los pobres: los campesinos, los indígenas, los negros, las mujeres… tienen su palabra, tienen su puesto. Esta es la Iglesia que defendemos y por la cual luchamos, porque no queremos que se acabe.

Este es el poder que buscamos, estas son las riquezas que defendemos y que no queremos soltar, porque no queremos que nos las maten, como a Jesús. Esta es la Iglesia Comunidad, Ministerial, Participativa que siguiendo la invitación del Evangelio y de la Iglesia hemos querido construir en Isamis y que ahora, como decíamos arriba quieren matar con el derecho canónico que pretenden hacer llegar, ahora sí, hasta este rincón de la selva ecuatoriana.

Tomado de:
Las riquezas que no queremos soltar los Carmelitas