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No veo que las cosas puedan arreglarse… aunque quiero que se arreglen, que dialoguen todos, pues todos leen el mismo evangelio, aman al mismo Jesús, comulgan con el mismo pan bendito... Quiero que mejoren, y pediría a todos que lo piensan y que sepan amar a los que han de amar, que son los pobres (cojos, mancos, ciegos, perdidos y humillados) del Evangelio. Quiero que se arreglen las cosas, pero, lamentablemente, pueden ir todavía a peor, si los carmelitas se quedan... pero todavía mucho peor si se van, dejando el campo a los que no creen en la Evangelii Nuntiandi (=evangelizar es liberar, como decía el Sínodo del 1974, y la Exhortación postsinodal de Pablo VI del 1976).
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